Los niños entorpecen mi búsqueda con sus chillidos agudos
provocados por su ilusión ignorante. Aun así sigo adelante guiándome por las
sensaciones, las que me produce un banco tras un tupido árbol, el ruido de los
remos de una vieja barca al romper contra el agua, el mojón de perro que mancha
la suela de mi zapatilla… Si me siento dos plazas más atrás lo escrito sería
totalmente distinto. Si hoy no fuese noche de reyes y magia, mi dialogo con el
papel sería otro. Si los timbales no golpeasen el silencio, mis palabras
dibujarían algo diferente. En este proceso de creación influye la conversación
de un hombre quejándose de la modelo pisando las flores y el malabarista
pendiendo sobre la cuerda. Cada relato, cada trazo es único como únicas son las
sensaciones de cada momento en mí.